Por Ben Witherington III
Casi todos los expertos, de cualquier afiliación, están completamente
convencidos de que Jesús utilizó la frase “Hijo del hombre” para referirse a sí
mismo. La frase se encuentra en todas las fuentes de todos los evangelios, el
de Marcos, Lucas, Mateo o Juan, incluso en la fuente de dichos que Lucas y
Mateo parecen haber utilizado. Tomando como criterio la gran cantidad de
testimonios, es altamente probable que esta frase haya sido pronunciada por
Jesús y que la haya utilizado con frecuencia. Entonces, la pregunta más
importante es: ¿qué quiso decir Jesús al llamarse Hijo del hombre con tanta
frecuencia (especialmente tomando en cuenta que utilizó otros títulos con mucha
menor asiduidad)?
En la teología medieval, e incluso en algunos contextos modernos,
tradicionalmente se ha dicho que la frase Hijo del hombre se refiere a la
humanidad de Jesús, mientras que “Hijo de Dios” se refiere a su divinidad; en
realidad esto resulta no ser tan exacto cuando uno se da cuenta de que Jesús
estaba utilizando ideas del profeta Daniel para expresar su identidad a los
judíos.
La frase hebrea “ben adam” (literalmente hijo de Adán) utilizada con
frecuencia en Ezequiel, se traduce algunas veces como “hijo de hombre”, pero en
realidad no es la fuente de la frase de Jesús. Jesús hablaba más bien arameo, y
la frase aramea “bar enasha”, que literalmente significa “hijo de un ser
humano” (no hijo de algún varón en particular) es lo que Jesús estaba
extrayendo de las escrituras. Esta frase proviene de Daniel 7:13-14 y existe un
gran debate en cuanto a la forma de interpretar ese texto tan importante. ¿Se
encontró esta figura de Hijo de hombre con el “venerable Anciano”, es decir
Dios, en el cielo o en la tierra? La segunda opción es la correcta, porque las
profecías sobre la venida de Dios, el día del juicio final, siempre muestran
los hechos en la tierra, no en el cielo. Por lo tanto, la frase “uno como Hijo
del hombre que venía en las nubes del cielo” se refiere a su venida del cielo a
la tierra, donde ya se ha establecido el trono del juicio de Dios. Esta figura
como de Hijo de hombre recibe poder y autoridad sobre todos los pueblos; se
dice que es adorado por todas las razas y que su dominio o reino será
eterno.
Varios aspectos de estos dos versos son decisivos para comprender a Jesús:
1) Este Hijo de hombre viene del cielo a la tierra para juzgarla y dominar cada
parte de ella; 2) se dice que él es quien todos adorarán; y 3) que su reino
durará para siempre, promesa muy diferente a la que recibe David en 2 Samuel 7,
donde se nos dice que sus descendientes siempre reinarán. La diferencia es que
en el primer caso la promesa es personal: una sola persona reinará por siempre.
Además, debemos notar que Daniel 7:13-14 es el único pasaje del AT donde
encontramos las frases “Hijo de hombre” y “reino eterno de Dios”, y estas son
las dos expresiones más frecuentes en labios de Jesús a lo largo de su
ministerio. Esa es otra señal de que ese es el principal texto del Antiguo
Testamento de donde Jesús extrajo el concepto de sí mismo.
Las preguntas que uno debe hacerse con respecto a Daniel 7:13-14 (ya que
esta profecía fue escrita por judíos) son: ¿Qué tipo de persona puede gobernar
para siempre un reino divino que le sea entregado por Dios? Y ¿qué tipo de
persona aceptada por un judío puede ser adorada? [especialmente tomando en
cuenta el desdén con que se criticaba la adoración de emperadores paganos como
los de Babilonia y Persia en capítulos anteriores del libro de Daniel (Dn. 5-6,
por ejemplo)]. La respuesta es: sólo una persona divina y eterna que también
pueda ser llamada hijo de hombre. En otras palabras, una persona divina y digna
de adoración, además de humana. Esta persona puede ser adorada sin violar el
monoteísmo judío. Habiendo dicho esto, podemos ver bajo una nueva luz varios
textos sobre el Hijo del hombre en los evangelios.
Obviamente debemos empezar con el texto de Marcos 14:62 (NVI), donde Jesús
afirma que él es el Mesías judío y el Hijo del Bendito, pero rápidamente cambia
a su frase favorita, Hijo del hombre, y dice: ” Y ustedes verán al Hijo del
hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y bajando con las nubes del
cielo” (la última parte de este versículo es una cita directa de Daniel 7).
Jesús está hablando aquí de su segunda venida, cuando los papeles se invertirán
y su actuales jueces, incluyendo a Caifás, lo verán venir a sentenciarlos. El
alcance de esta declaración no se pierde en Caifás, quien se rasga las
vestiduras y grita: “blasfemia”. Note que no grita “blasfemia” inmediatamente
después de asentir Jesús a la pregunta de si era o no el Mesías o Hijo de Dios.
Ciertamente reclamar el título del Mesías judío no era blasfemia, ya que desde
tiempos anteriores los judíos creían que el Mesías sería un hombre ungido y
designado por Dios como legítimo rey davídico, pero no Dios. Pero jugar
el papel de Yahvé que venía a decretar el juicio final incluso sobre los
judíos, era visto como una clara blasfemia, porque sólo Dios podía venir el día
del juicio final, como lo anunciaban las profecías del Antiguo Testamento sobre
del Día del Señor. (Ver Joel 2:1-11).
Un Segundo texto que enfatiza aún más el lado humano de la ecuación es el de
Marcos 10:45 (NVI): “el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para
servir y para dar su vida en rescate por muchos”. Lo que tenemos aquí parece
ser una interesante combinación de ideas de Daniel 7:13-14 y de los cantos de
los siervos, especialmente de Isaías 53:1-12. Note el lenguaje de la “venida”
del Hijo del hombre, que puede referirse al propósito para el cual vino a la
tierra (tal vez implicando que existió antes de tomar forma humana en la
tierra). Note también el lenguaje de rescate, de la compra de la humanidad para
liberarla de la esclavitud mediante una muerte expiatoria. También hay un
elemento de reemplazo en el sacrificio: uno (Jesús) morirá en lugar de muchos
(el resto de la humanidad). El contraste aquí es entre uno y muchos, no entre
muchos y todos. Esto a su vez implica que Jesús se ve a sí mismo como ofrenda
para un sacrificio sin mancha. Irónicamente, Jesús mismo es la única persona
por cuyos pecados no tenía que morir, ya que no era pecador. Precisamente por
eso él era el único ser humano que podía ofrecerse a sí mismo como expiación y
rescate.
Otra interesante e importante aparición de la frase “Hijo del hombre” se
encuentra en Marcos 2:10 (NVI): “Pues para que sepan que el Hijo del hombre
tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados”. Los expertos están
divididos en cuanto a si esta frase es un comentario de Marcos o una
exclamación de Jesús mismo, pero en cualquier caso lo que vale la pena tomar en
cuenta es la idea de que alguien que se llama a sí mismo Hijo del hombre tiene
autoridad para perdonar los pecados en toda la tierra. Como dice correctamente
el crítico de Jesús: sólo Dios puede perdonar definitivamente los pecados; pero
no ha entendido las implicaciones de que Jesús lo haga. Este estilo indirecto
es típico de Jesús. No dice directamente que él es Dios, sino que asegura tener
el poder y la autoridad de Dios Padre para perdonar los pecados, aunque no se
lleve a cabo ningún sacrificio levítico. La pregunta obligada es: ¿qué tipo de
persona puede hacer esto? La respuesta es: una persona al mismo tiempo humana y
divina.
Otro texto importante es Marcos 2:28 (NVI): “Así que el Hijo del hombre es
Señor incluso del sábado”. Ahora bien, en la teología judía por supuesto fue
Dios quien creó el universo y estableció el patrón sabático, descansando el
séptimo día. (Ver Gn. 1). Como Dios había creado el sábado, sólo Dios era Señor
del sábado. Aún así, en su calidad de Hijo del hombre, Jesús afirma ser Señor
del sábado y poder reinterpretarlo para que signifique: “este es el día
perfecto para dar “descanso” de sus dolencias a la gente enferma, aunque esta
actividad constituya un trabajo en la definición del Antiguo Testamento. En
otras palabras, como Hijo del hombre Jesús sintió que podía rescribir las
reglas del sábado. ¿Por qué? Porque él señoreaba sobre el sábado y su debida
observancia ahora que la actividad salvadora de Dios estaba dividiendo la
historia humana a través de él.
Podría decirse mucho más sobre esto si investigáramos otros textos clave en
los evangelios, pero hasta aquí basta para mostrar cuán importante es la
expresión Hijo del hombre para entender cómo se veía Jesús a sí mismo en su
papel mesiánico. Mucho más sobre este tema en La Cristología de Jesús, de
Witherington (Fortress Press, 1990).
Published August 22, 2006