Naturalismo: Una visión global

Por L. Russ Bush III

La palabra “naturaleza” generalmente se refiere a la palabra física en su

condición normal. Si algo es “natural,” significa que no ha sido modificado por

las acciones (inteligentes) del hombre. Muchos de nosotros amamos la

“naturaleza”, el medio ambiente no dañado, el mundo de bosques, ríos, montañas

y praderas.

Sin embargo, al añadir “ismo”, obtenemos una palabra parecida, pero con

diferente significado. “Naturalismo” es la creencia de que, en el análisis

final, la “naturaleza” es lo único que existe, y que esencialmente no puede ser

modificada por nadie, excepto por ella misma. En otras palabras, se cree que la

naturaleza misma es la realidad final.

La naturaleza es dinámica y activa, pero de acuerdo con el punto de vista del

mundo conocido como “naturalismo,” no hay nada, más allá de la naturaleza, que

tenga alguna influencia o efecto casual sobre ella misma. Puede ser que Dios no

exista o bien que ese Dios no tenga ningún efecto ni influencia sobre la

naturaleza. Algunos podrían sugerir que se puede considerar a la naturaleza

como un ser creativo. El Naturalismo proclama que la vida sobre la tierra se

formó a partir de sustancias naturales, mediante la selección natural para

fines naturales. No existe una realidad que pueda ser llamada propiamente

sobrenatural. Las realidades espirituales, conforme al naturalismo, pueden

consistir en ilusiones o realidades naturales complejas y poco comunes.

A partir del siglo dieciocho, una filosofía materialista ha estado ganando

influencia en el mundo occidental. Previamente, la mayoría de las personas en

occidente creían que el mundo era una creación divina, pero el pensamiento

naturalista fue cambiando gradualmente ese punto de vista e intentó

reemplazarlo, primero con métodos naturalistas y después con una filosofía

naturalista más inclusiva.

Previo al surgimiento del naturalismo como una prominente vista del mundo (o

una mentalidad inclusiva), la mayoría de las personas occidentales creían que

Dios había creado el mundo y que Él era responsable de su forma y de su

existencia misma. Se daba por hecho que Dios estaba sustentando todas las cosas

por la Palabra de Su poder, ya que en el principio Dios había creado todas las

cosas. Debido a que Dios era un ser viviente, era lógico esperar vida en el

mundo, porque la vida proviene de la vida. El naturalismo del siglo veinte se

construyó sobre la idea de que el universo (y todas las cosas que hay en él,

incluyendo la vida misma) llegaron a existir debido a una fluctuación cuántica

natural (o por algún otro medio estrictamente natural) y se desarrollaron

mediante procesos naturales, a partir de su estado natural original, hasta

alcanzar su estado natural presente. La vida surgió de la materia muerta.

El naturalismo afirma que no hay Dios, excepto el dios impersonal, sin vida e

involuntario de la química y la física. Un proceso natural de cambio es

esencialmente aleatorio y/o no dirigido, pero el proceso natural realmente

parece “seleccionar” algunos procesos y actividades en el sentido que los

“mejores” o los “más fuertes” sobreviven mientras que los demás perecen. Los

naturalistas creen que este proceso de “selección” involuntaria, y no dirigida,

junto con las fluctuaciones genéticas aleatorias (es decir, las mutaciones) son

la clave que explica el origen de los seres vivientes en el mundo tal como lo

conocemos hoy en día.

Así, el “punto de vista” del mundo naturalista es la creencia general de que lo

único que existe es la naturaleza. Dios no diseñó el mundo. La inteligencia fue

el resultado, no la causa del desarrollo del mundo. La naturaleza se formó a sí

misma mediante procesos estrictamente naturales. Esta premisa tiene varias

implicaciones.

Sobre la tierra parece haber una gran cantidad de diferentes personalidades

concientes. El naturalismo por definición dice que la personalidad surgió

(evolucionó) a partir de elementos impersonales, de aquello que era únicamente

materia y energía. No hay nada en un universo naturalista que sea esencialmente

personal.

No solamente debió haber surgido la personalidad a partir de los elementos

impersonales, además, supuestamente también surgió espontáneamente, sin

dirección ni guía de ninguna fuente personal. Esto parecería violar la ley

natural de causa y efecto. La energía se disipa. La complejidad tiende a la

simplicidad. Ningún sistema llega a ser más complejo de manera espontánea, a

menos que se agregue energía y orden adicionales desde el exterior del sistema.

Una “causa” debe contener también el “efecto” o al menos tener la suficiente

complejidad para ser capaz de producir el “efecto” menos complejo. Sin embargo,

la personalidad es mucho más compleja que el orden químico y físico natural de

las cosas observadas en la naturaleza. ¿Cómo es esto posible? El naturalista

usualmente descarta este tipo de preguntas. ¡El caso es que los seres

personales ya están aquí! (existen al igual que usted y que yo), de esa manera

los naturalistas aceptan este hecho, sin importar la improbabilidad

significativa de que una personalidad altamente compleja e inteligente y con

conocimiento de sí misma haya surgido de manera natural de la realidad

impersonal, de la materia carente de inteligencia y de conciencia.

¡Lo mismo sucede con la vida! Los naturalista admiten que la vida existe

(usualmente ellos están vivos). Pero para sustentar su naturalismo, defienden

que la naturaleza produjo la vida a partir de la materia muerta de manera

espontánea y sin dirección ni causa externa. La falta de evidencia y la alta

improbabilidad de esta clase de eventos no disuaden a estos pensadores, porque

(ellos aseguran) sólo tuvo que ocurrir una vez. De hecho la similitud genética

de todas las formas de vida conduce a los naturalistas a asumir que todas las

formas de vida deben haber venido de una única célula simple o de una serie de

procesos químicos equivalentes a los de una célula en funcionamiento. Esta

célula simple debió haber iniciado de manera aleatoria (y sin ninguna dirección

ni programación) el uso de energía de manera ordenada y el proceso de

reproducción a través de los años. La actividad química y cambios físicos

supuestamente condujeron a adaptaciones más complejas que después mutaron y

comenzaron a utilizar la energía y a reproducirse de nuevas maneras. A través

del tiempo, todos los seres vivientes surgieron supuestamente de aquellas

substancias químicas naturales simples reunidas de manera aleatoria, mediante

procesos cada vez más complejos que surgieron de manera aleatoria y sin un

diseño inteligente.

Esto también significa que en alguna etapa tardía del desarrollo, surgió el

estado mental racional completamente de los precursores no racionales. El

pensamiento racional fue y sigue siendo, para los naturalistas, simplemente una

forma compleja de una interacción química natural. La razón nunca fue prevista

por el proceso natural y no inteligente, debido a que la intención es una

característica racional. Así que la intención o el propósito no pudieron

existir hasta que la razón llegó a existir, pero los naturalistas niegan que la

razón existiera en el principio. La razón evolucionó sólo hasta el final del

proceso. Antes de la aparición de la razón, sólo pudo haber substancias

caracterizadas por la falta de razonamiento.

Esto nos conduce finalmente a una conclusión muy importante: la razón, por sí

misma, conforme al punto de vista del mundo del naturalismo, no es otra cosa

que el resultado natural y aleatorio de un trozo de materia que cambiaba al

azar. La razón no es realmente un proceso evaluativo independiente que puede

criticarse a sí mismo. La razón es sólo lo que la química permite a través del

arreglo y la organización espontáneos y la formación de un lenguaje gramatical

racional y lógico es meramente el resultado de un proceso no diseñado que no

tiene necesariamente una relación con la verdad o el significado. Toda la

verdad puede ser meramente un grupo de ideas calificadas pragmáticamente. No

existiría la verdad intrínseca, y aún así los naturalistas proclaman que el

naturalismo en sí es verdad. Pero, cómo podría esa declaración impedir la

inevitable conclusión escéptica. Nada puede saberse con certeza, para ser

objetivamente honesto, porque no hay otro estándar que los patrones químicos

que se utilizaron en ese momento. ¿Por qué debería confiarse en la razón? ¿Cómo

podría saberse si el naturalismo es cierto? La respuesta es: no se

puede.

Por esto, el naturalismo es incapaz de sustentar su propia declaración de la

verdad. De hecho, todo el conocimiento se convierte en simples comportamientos

químicos temporales en el cerebro, que es un producto de un proceso químico

aleatorio y sin ningún sentido. Usted y yo no somos más que dos conjuntos de

procesos químicos temporales en esta configuración presente. Nada puede ser

verdad en el sentido tradicional, porque no existe un objetivo estándar. La

mente humana es solamente el efecto temporal de un conjunto de procesos

químicos particulares, y por esto, no es un verdadero observador de los hechos

y de la realidad.

El naturalismo proclama ser la mejor y la más científica forma de buscar la

verdad, pero es un caso extremo de razonamiento circular que ha olvidado sus

raíces objetivas en el conocimiento del mundo, un mundo que está cimentado

sobre la revelación divina (“En el principio Dios creó los cielos y la tierra

“). Solamente en el teísmo tenemos una causa personal, viva e inteligente.

Solamente el teísmo tiene suficientes explicaciones de la vida en el mundo.

Dios es un ser necesario, pero esto es exactamente lo que el naturalismo niega.

De este modo la razón está perdida. La verdad está perdida. El conocimiento

está perdido. El significado está perdido.

El naturalismo muere a causa de su propio éxito.

Lectura Recomendada.

L. Russ Bush, The Advancement: Keeping the Faith in an Evolutionary

Age. Nashville: Broadman & Holman, 2003.

 


Published August 9, 2006