PROBLEMAS DE LA
PASIÓN:
Una respuesta a las objeciones más comunes a la precisión histórica de los
relatos evangélicos sobre el juicio y la ejecución de Jesús
Craig Blomberg
Distinguido profesor de Nuevo Testamento,
Seminario de Denver
Por extraño que suene, el detalle sobre la vida de Jesús de Nazaret del que
podemos tener más certidumbre es su muerte. Incluso el historiador romano,
Tácito, quien escribió a principios del siglo II, observó que los cristianos
recibieron su nombre en honor a “Cristo, quien había sido ejecutado por
sentencia del procurador Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio”
(Anales 15.44). El historiador judío del primer siglo, Josefo,
concordaba al decir que “cuando, habiendo oído que los hombres de mejor
reputación entre nosotros lo acusaban, Pilato lo condenó a ser crucificado,
quienes habían llegado a amarlo en un principio no dejaron de amarlo”
(Antigüedades judías 18.63-64). Varios cientos de años después, el
Talmud judío (babilónico) reflejaba un confuso recuerdo de la participación de
los líderes judíos en la muerte de Jesús. Declaraba que Jesús fue colgado en la
víspera de la fiesta de la Pascua judía y que “durante los cuarenta días
anteriores a la ejecución, un heraldo salió a gritar: ‘Será lapidado porque ha
practicado la hechicería y ha desviado a Israel hacia la apostasía'” (b.
Sanhedrin 43a).
Sin embargo, a través de los años los escépticos han cuestionado muchos
detalles de los relatos neo testamentarios sobre el arresto y crucifixión de
Jesús (las así llamadas narraciones de la Pasión). Una categoría incluye las
aparentes violaciones a la ley judía concernientes al juicio y ejecución de un
trasgresor merecedor de la pena capital. Entre ellas se incluye hacer un juicio
en sábado (además, durante una festividad), de noche, sin testigos para la
defensa del acusado, y con la participación de los sumos sacerdotes antes que
la de otras autoridades menores. Por supuesto, es posible que estas últimas dos
circunstancias estuvieran presentes y que por alguna razón ninguno de los
evangelios las hayan mencionado, pero este enfoque no puede explicar la
cronología del juicio, la más notoria de las aparentes violaciones.
Hay por lo menos cinco respuestas. Primera: el documento más antiguo de la
ley judía concerniente a tales juicios es el Mishnah, el código de tradiciones
orales que se había estado desarrollando durante siglos, publicado alrededor
del año 200 d.C. No existe forma de saber si alguna o todas estas leyes acerca
del tema en cuestión ya existían en tiempos de Jesús, aunque probablemente
muchas de las leyes del Mishnah ya existían en ese momento. Segunda: estas
leyes se aplicaban directamente al beth din, el tribunal judío del
segundo y tercer siglos, el cual no siempre hacía las cosas como el sanedrín
(la “suprema corte” de Jerusalén en años anteriores al 70 d.C.) lo había hecho.
Tercera: el Mishnah representa, en la mayoría de los casos, el legado de la
rama farisaica del judaísmo, la única que sobrevivió a la caída de Jerusalén en
el año 70, mientras que en tiempos de Jesús los saduceos, quienes con
frecuencia promovían leyes diferentes, eran mayoría en el sanedrín. Cuarta:
incluso la literatura judía de tiempos posteriores (la Tosefa) considera la
realización ocasional de juicios durante los festivales en el caso de acusados
de llevar a otros a la idolatría o de ser falsos profetas (t.
Sanhedrin 10.11 y 11.7). Finalmente, los líderes desesperados por
deshacerse de alguien a quien perciben como una seria amenaza con frecuencia
violan incluso las leyes existentes que en otras situaciones sí respetarían.
Con todas estas variables, es difícil pensar cómo montar un caso convincente de
que el sanedrín no pudo haber actuado como los Evangelios dicen que lo
hizo.1
Un segundo tipo de problema implica aparentes contradicciones entre los
evangelios del Nuevo Testamento. Las más notorias son los elementos distintivos
del relato de Juan; el mayor problema es el de su cronología aparentemente
contradictoria. Los evangelios sinópticos muestran claramente a Jesús
celebrando la Pascua judía con sus discípulos durante la última noche de su
vida (Mateo 26:17, 19; Marcos 14:12, 14; Lucas 22:7-8), mientras que una
lectura superficial de Juan ha conducido a muchas personas a asumir que el
cuarto evangelio coloca la Última Cena en el día anterior. En este caso, Juan
declara que la Última Cena tuvo lugar antes de la Pascua judía (13:1). Retrata
a los discípulos pensando que Judas ha abandonado la comida para comprar algo
para la fiesta de Pascua que se aproxima (13:29). Dice que los líderes judíos
no querían contaminarse por entrar a un palacio pagano antes de la comida de
Pascua (18:28), y se refiere a ese día como el día de Preparación,
presuntamente para la Pascua (19:14, 31). Con esta interpretación es muy
atractivo pensar que el versículo 19:14 hace referencia a la sexta hora (medio
día), en un intento de Juan por destacar a Jesús como el Cordero de Dios,
porque a esa hora se sacrificaban los corderos para la noche de Pascua.
Sin embargo, en una inspección hecha con más detenimiento, ninguna de estas
conclusiones parece ser la más probable desde el punto de vista exegético. Juan
13:1 en realidad establece que fue antes de la Pascua judía cuando Jesús supo
que su hora había llegado. Entonces, los versículos 1-2 describen naturalmente
el amor que Jesús tenía por sus discípulos ya antes de ese
festival.2 Luego, cuando Juan dedica el resto del capítulo a
describir los detalles de la enseñanza de Jesús y lo que hizo durante su última
cena, es muy natural asumir que estamos ya en la Pascua judía. El
versículo 29 se referiría entonces a Judas comprando algo para el resto de la
fiesta de una semana de duración. Después de todo, si fueran 24 horas completas
antes de la Pascua judía, fácilmente podría haber hecho las compras la
siguiente mañana durante las horas comerciales normales; pero en la noche de
Pascua, las tiendas y puestos permanecían abiertos hasta más tarde y se
consideraba meritorio dar limosna (en dinero o en especie) a los
pobres.3
Juan 18:28 en realidad tiene más sentido al asumir que la comida principal e
inicial de la Pascua judía había tenido lugar la noche anterior. La impureza
ritual debida al hecho de entrar a una casa impura generalmente sólo duraba
hasta el fin del día, y los judíos contaban cada día de una puesta de sol a la
siguiente. Así que, si los líderes judíos estaban preocupados por no poder
participar en la comida de Pascua judía después de que oscureciera esa noche,
su preocupación parece innecesaria; con el nuevo día habrían quedado limpios.
Sin embargo, si estaban preocupados por la hagigah, la comida especial
servida a medio día del día siguiente al inicio de la Pascua, entonces el texto
tiene sentido. De hecho, el Mishnah dedicaría posteriormente todo un tratado a
los días medios del festival (Moed Katan) y otro a las ofrendas
festivas (Hagigah), incluyendo aquellas ofrecidas entre el primero y
los últimos días de las fiestas (por ejemplo, Hag. 1.3).4
En lo que se refiere a Juan 19:14 y 31, el “día de la Preparación” podría
referirse a la preparación para la Pascua judía, pero es más probable que se
refiera a la preparación para el sábado. El versículo 31 menciona
explícitamente que el siguiente día sería sábado, así que ambos versículos bien
podrían estar utilizando el término solamente en ese sentido. Incluso hasta
nuestros días, Paraskeuê es el nombre común del viernes en griego, el
día anterior al sábado. Con respecto a la tipología del Cordero de Dios, es
verdad que el cuarto evangelista es el único escritor del Nuevo Testamento que
aplica este término a Jesús, pero la mayoría de las referencias vienen en
Apocalipsis. En su evangelio, Juan utiliza el término sólo en el capítulo uno.
Si Juan tuvo la intención de referirse al mediodía en el versículo 19:14 para
destacar a Jesús como el verdadero cordero de la Pascua judía, no pudo haber
hecho una referencia más breve y críptica. No es un buen método permitir que
esta posible alusión dicte la interpretación del resto de la
cronología de la narración de la Pasión.5
Otras supuestas contradicciones pueden resolverse con más rapidez. Solo Juan
se refiere a los soldados romanos (literalmente, una “legión”) acompañando al
guardia del templo judío para arrestar a Jesús, lo que algunos críticos
encuentran improbable; pero el volátil clima político de la Pascua judía, la
necesidad de estar “en sincronía” con los deseos del gobernador romano, y la
necesidad de los líderes judíos de traspasar a Jesús para su ejecución a como
diera lugar, todo en conjunto se combina para dar plausibilidad a este
contingente extra de soldados. Técnicamente, Anás es el ex sumo sacerdote, no
el sumo sacerdote, es decir Caifás (contraste el versículo 18:13), pero como en
la ley judía el sacerdocio era vitalicio, la deposición de Anás y varios de sus
hijos por parte de Roma antes de la instalación de su yerno, no habría evitado
que la gente se refiriera a Anás con este término de respeto tradicional. La
información adicional sobre el juicio de Jesús ante Pilato sólo suplementa a
los sinópticos, pero de ninguna manera los contradice. Ciertamente las
adiciones únicas de Juan -el énfasis puesto en los cargos formales (18:29,38;
19:4) y la condena (19:19-21), la referencia a Pilato como “amigo del César”
(19:12), y el uso de la sede del tribunal (19:13) – casan todas con las
prácticas romanas conocidas.6
Finalmente, está la extraña “contradicción” concerniente a la hora en que
comenzó la crucifixión de Jesús. ¿Fue la tercera (Marcos 15:25) o la sexta
(Juan 19:14) [es decir, las 9 am o las 12 del mediodía]? Probablemente ocurrió
en algún momento intermedio. En el mundo antiguo, cuando los relojes de sol
eran los dispositivos más precisos disponibles para medir el tiempo, mucha
gente se refería simplemente a los cuartos del día (o la noche). La tercera
hora podría significar media mañana, mientras que la sexta hora podría abarcar
un lapso de tiempo más amplio tanto antes como después del momento en que el
sol estaba directamente en el cenit. Además, las culturas hablaban del inicio
de los sucesos en forma muy imprecisa; una junta anunciada para lo que nosotros
llamamos las 10:00 am podría no empezar hasta después de mediodía (¡una
práctica que todavía se conserva en algunas partes del
mundo!).7 Por lo tanto, es mejor reconocer que ambos
escritores evangélicos sencillamente utilizaron con demasiada holgura la
terminología para referirse al tiempo, siguiendo las normas de su época más que
las de la nuestra.
Podríamos enumerar aún las más pequeñas dificultades y ofrecer soluciones
plausibles; pero éstas deben ser suficientes para demostrar que los “problemas
de la Pasión” que algunos escépticos tratan de vender no ameritan el peso que
se les quiere dar. Todas tienen soluciones razonables que cualquier persona
justa e imparcial debería aceptar.
Notas
1 La defensa más detallada de la
historicidad de los numerosos elementos cuestionables en los relatos del juicio
sigue siendo la de Josef Blinzler en The Trial of Jesus [El juicio a
Jesús] (Westminster, Inglaterra: Newman; Cork, Irlanda: Mercier, 1959).
2Herman N. Ridderbos, The Gospel according to John: A Theological
Commentary [El Evangelio según Juan: Un comentario teológico] (Grand
Rapids: Eerdmans, 1997), 452, 455.
3 D. A. Carson, The Gospel according to John [El Evangelio
según Juan] (Grand Rapids: Eerdmans; Leicester: InterVarsity, 1991), 475.
4 Cf. Especialmente Barry D. Smith, “The Chronology of the Last
Supper” [La cronología de la Última Cena], Westminster Theological
Journal 53 [Diario Teológico de Westminster] (1991): 29-45.
5 Cf. La historia de Cullen I.K., “The Bearing of Old Testament
Terminology on the Johannine Chronology of the Final Passover of Jesus” [La
relación de la terminología del Antiguo Testamento con la cronología de Juan
sobre la última Pascua de Jesús], Novum Testamentum 31 (1989):
316-24.
6 F. F. Bruce, “The Trial of Jesus in the Fourth Gospel” [El juicio
a Jesús en el cuarto evangelio], en Gospel Perspectives [Perspectivas
evangélicas], volumen 1, ed. R. T. France y David Wenham (Sheffield: JSOT,
Eugene, OR: Wipf & Stock, repr. 2003), 7-20.
7 Gerald L. Borchert, Juan 12-21, New American Commentary
[Nuevo Comentario Americano] (Nashville: Broadman & Holman, 2002),
258.
Published April 16, 2007