Por el Dr. Rudolph D. González
En medio de las hostilidades con el Japón imperial de 1942, el presidente de
los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, emitió la orden ejecutiva número
9066, la cual dio al Secretario de Guerra el poder para sacar a cualquier
ciudadano o extranjero de las áreas designadas del país. Roosevelt esperaba que
esta orden redujera el sabotaje, el espionaje y las actividades de quinta
columna. Según algunos cálculos, la orden provocó que 100,000 personas de
ascendencia japonesa fueran retenidas en campos de internamiento o centros de
reubicación hasta el final de la guerra en 1945. La mayoría fue desalojada de
los estados de Washington, Oregon, California y Arizona. Aunque también
resultaron afectados bastantes ciudadanos italianos y alemanes, la comunidad
japonesa del oeste de los Estados Unidos sufrió el embate más fuerte de esta
política.
Como hoy sabemos, la orden ejecutiva No. 9066 fue devastadora para muchas
familias japonesas. Trágicamente, los cristianos no tendieron la mano a la
comunidad japonesa-norteamericana durante este tiempo de prueba. Aunque la
historia registra que los miembros de la orden católica Maryknoll alzaron la
voz para oponerse, la comunidad protestante y evangélica guardó un largo
silencio. No hay duda de que la inmediata dislocación de cientos de familias
japonesas creó grandes oportunidades de vivir el evangelio de palabra y obra.
Lamentablemente se desperdició la mayoría de esas oportunidades.
Es sabido que el General Douglas MacArthur pidió misioneros que fueran a
Japón durante la época de la reconstrucción.1 Con la derrota
de las fuerzas japonesas, MacArthur vio la oportunidad de introducir el
evangelio. En su mayor parte la invitación no fue escuchada, ya que sólo
noventa y cinco misioneros protestantes fueron enviados a Japón. Aparentemente,
el General MacArthur no se había dado cuenta de la indiferencia norteamericana
hacia la mala situación de los japoneses. La iglesia no había mostrado ningún
interés en sus vecinos japoneses, ¿había alguna razón para esperar que
extendiera la mano al pueblo japonés que se encontraba al otro lado del
Pacífico?
Hoy el número de cristianos que se encuentran entre los japoneses -en
Estados Unidos y en el extranjero- sigue siendo porfiadamente pequeño.
Atrapados en una cultura étnica resistente al cristianismo, el 97 por ciento de
los japoneses y japoneses-norteamericanos no están evangelizados. El evangelio
es demasiado occidental para muchos de ellos.
Para ser claros, no se ha emitido ninguna orden de consignar a millones de
musulmanes a campos de internamiento en los Estados Unidos, y es poco probable
que alguna vez suceda. Además, mientras que los japoneses son una raza, el
islamismo es una religión que abarca gente de todo entorno étnico. Aunque las
diferencias son reales, hay muchas señales de que un profundo miedo a la
religión musulmana está recorriendo todo Estados Unidos. Aunque la política
nacional no apunta a la creación de campos de internamiento, los creyentes
deben preguntarse si la comunidad cristiana no ha reaccionado hacia los
musulmanes de la misma forma en que reaccionó hacia los japoneses. ¿Hemos
creado los cristianos campos de internamiento en nuestras mentes, creyendo que
ignorar a los musulmanes es preferible a comprometerse con ellos en forma
significativa?
¿Está dando Dios una oportunidad a los cristianos de hoy para que busquen a
los musulmanes en formas nunca antes vistas? Yo creo que sí, pero hay que tomar
en cuenta varias cosas.
El Nexo Tierra y Religión
Primeramente, no hay duda de que la actual guerra contra el terrorismo está
dirigida casi exclusivamente contra ciertas sectas de fanáticos musulmanes.
Este es el reto. Aunque los líderes políticos norteamericanos pasan grandes
apuros al enfatizar repetidamente que los Estados Unidos no están en guerra con
ninguna religión, los musulmanes ven que los Estados Unidos están peleando
contra naciones islámicas.
Aunque el islamismo no fuera la religión promovida por el gobierno, es la
religión de facto de la mayoría de los países del medio oriente. Las
naciones donde el islamismo es la principal religión exigen la observancia
inflexible de las leyes islámicas, y en la mente de muchos musulmanes hay poca
diferencia entre el estado y la religión. Debido a que la línea divisoria entre
el estado y la religión es tan tenue, cuando los Estados Unidos atacan a un
país como Irak, cuyo gobierno es aparentemente secular, la gente en la calle lo
ve como un ataque al islamismo.
En realidad, esta cercana conexión entre tierra y religión se encuentra en
la Biblia. El Antiguo Testamento está lleno de referencias que citan la Tierra
Prometida como la promesa de Dios a Israel. Mientras Israel fuera fiel, podía
esperar morar y prosperar en la tierra que Dios prometió a Abraham y los
patriarcas (ver Dt. 6-11). Sin embargo, si Israel daba la espalda al servicio
de Yahvé, entonces perdería el derecho a poseer la tierra (ver Dt.
28:15-68).
Esteban, un diácono de la iglesia de Jerusalén, entendió la fuerte conexión
entre la tierra de la promesa y la religión de Israel, y lanzó una fuerte
impugnación a su validez debido a lo que Cristo había logrado en la cruz (ver
Hechos 7).
En su defensa, Esteban dijo tres cosas a las autoridades religiosas. Primero,
aunque Dios había dado la tierra a los patriarcas, él seguía estando con Israel
aunque este pueblo viviera fuera de la tierra prometida (ver Hch. 7:2-16).
Segundo, cuando Dios dio a los israelitas a la persona que entregaría la tierra
prometida (Moisés) rechazaron su liderazgo, por lo que fueron juzgados durante
40 años en el desierto (ver Hch. 7:17-43). Finalmente, aunque el tabernáculo
era la forma en que Dios mostraba su presencia continua en Israel, se alejaron
del patrón de Dios. Esteban dice: “Fue Salomón quien le edificó casa” (Hch.
7:47, RVR1995). Esteban prosigue y afirma firmemente: “Sin embargo, el Altísimo
no habita en casas construidas por manos humanas” (Hch. 7:48, NVI). No debemos
perder de vista el argumento de Esteban; los líderes religiosos de Israel
seguían creyendo equivocadamente que Dios moraba en un área específica: Israel,
donde estaba el templo. Sin embargo, Esteban sabía que el Dios de Israel no se
limitaba a una ubicación geográfica. Esteban declara acerca de Dios: “El cielo
es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies” (Hch. 7:49, NVI; ver Is.
66:1). Para Esteban, el tabernáculo ilustraba perfectamente el hecho de que
Dios no es estático: ¡su dominio está en todas partes! El diácono de la iglesia
de Jerusalén pagó con su vida el haber proclamado esta importante verdad
bíblica.
Entender la conexión emocional que existe entre la tierra y la religión puede
ayudar a los creyentes a evitar problemas innecesarios que impidan compartir la
buena nueva de Jesús. Existe una razón por la que el cristianismo evangélico y
bíblico no está atado a lugares de peregrinaje. Dios mora en los corazones
humanos de los redimidos -esos son sus tabernáculos hoy en día. Aunque podemos
visitar un lugar por su significado religioso e histórico, no investimos esos
lugares con el poder de salvar. La salvación no se encuentra en un antiguo
sitio religioso, se encuentra en la persona de Jesucristo solamente. La
totalidad de lo que Dios tiene que ofrecer está disponible por su gracia
mediante la fe en Jesucristo, punto (ver Ef. 2:8-10).
Esta convicción acerca del lugar donde Dios mora tiene profundas
implicaciones para el evangelismo. El evangelio debe presentarse sin ningún
rastro de nacionalismo y patriotismo. Aunque la mayoría de los musulmanes
piensan solamente de esta forma, los cristianos deben trabajar para vencer ese
concepto erróneo. Si estuvo mal que Israel creyera que Dios estaba solamente en
su tierra, no puede estar bien hacer la implicación de que la realidad de ser
cristiano sea inseparable de ser norteamericano. Sin embargo, los esfuerzos de
los cristianos por extender la mano a otros pueblos con frecuencia reflejan una
perspectiva geográfica y religiosa.
Con frecuencia el mensajero norteamericano enturbia el mensaje de la
salvación de Cristo para toda la gente. Algunas veces se trata de la elección
de las palabras, la forma de dirigirse a los oyentes, el lenguaje corporal, la
falta de atención al protocolo cultural, la ignorancia de hechos básicos de su
tierra natal y su religión, una falta de respeto por tradiciones profundamente
arraigadas, la mutilación de su idioma, etc. En todos estos casos, los
musulmanes ven un descarado americanismo más que oír el llamado de Cristo. Es
necesario que los cristianos entiendan el mundo para no convertirse en piedra
de tropiezo para quienes necesitan a Cristo.
Pablo como Modelo de Evangelismo Interconfesional
En muchas formas el apóstol Pablo es un modelo de cómo llegar a la gente de
otras religiones. En Hechos 17:16-34, Pablo da testimonio en Atenas. Lo
interesante es que se encuentra totalmente relajado cuando dialoga en la
sinagoga con judíos y gentiles que temen a Dios, o en el mercado con epicúreos
y estoicos (ver Hch. 17:17). Más tarde, ante el Areópago, el apóstol reconoce
su celo religioso y cita a un poeta local para mostrar respeto y conocimiento
de la tradición ateniense (ver Hch. 17:22-28, 28). Al final, Pablo se ganó a la
audiencia. Significativamente, fue la resurrección de Jesús lo que los
filósofos atenienses no pudieron soportar (ver Hch. 17:32). Los ofendió el
mensaje de la cruz, no el mensajero. Sin embargo, las Escrituras registran:
“Pero algunos se le unieron y creyeron” (Hch. 17:34). Y así debe ser cada vez
que los creyentes tengan la oportunidad de compartir la buena nueva de la
salvación. Apoyarse en las tradiciones de un grupo para proclamar el
cumplimiento de todo deseo religioso en Cristo, es muy efectivo. Todos los
creyentes deberían asegurarse de evitar convertirse en piedra de tropiezo para
la fe en Cristo.
Unas Palabras sobre la Ciudadanía Cristiana
Como ciudadanos, los cristianos deben apoyar los esfuerzos de la nación por
arrancar el terrorismo donde quiera que se encuentre. Como ciudadano cristiano
de este país, es privilegio y obligación del creyente orar por quienes toman
decisiones de guerra para que sean guiados por la sabiduría divina (ver Rom.
13:1; 1 Tim. 2:1-8). Sin embargo, los cristianos también tienen la
responsabilidad de exigir que al emprender la guerra, los Estados Unidos
siembren semillas para la paz. Hebreos 11:32-34 es una poderosa declaración
acerca de la guerra llevada a cabo correctamente. Ciertamente la guerra da por
resultado la conquista de reinos, aplaca el poder del fuego y pone a los
ejércitos enemigos en retirada. Sin embargo, también es una oportunidad de
realizar obras de justicia. El término realizar significa literalmente trabajar
hacia el establecimiento de algo -en este caso la justicia. Desde una
perspectiva bíblica, la guerra puede ser el instrumento utilizado por Dios para
traer la justicia a una nación. Las fuerzas armadas de los Estados Unidos deben
perseguir afanosamente la meta de derrumbar un régimen opresor, pero su afán
debe extenderse a la reconstrucción de la nación pisoteada. Guiados por el
principio bíblico de que la guerra no es solamente una oportunidad de destruir,
los Estados Unidos deben promover la buena voluntad en esas tierras y eliminar
hostilidades atrincheradas.
Los cristianos también son ciudadanos del reino eterno de Dios, cuyo mensaje
es universal en el sentido de que puede salvar a todos los que crean (ver Rom.
1:16). El evangelio debe presentarse con la menor inculturación posible. Las
razones son obvias. La sociedad cambia y evoluciona constantemente. Incluso en
la vida de la iglesia han ocurrido cambios asombrosos. La música cristiana
contemporánea ha cambiado los servicios de culto en prácticamente todas las
iglesias de Estados Unidos. Hoy hay iglesias sensibles a los buscadores,
círculos de pertenencia y numerosas casas de hermandad -todas estas expresiones
de la iglesia de las que casi no se oía hablar hace apenas 20 años.
Ciertamente, ¡una evaluación seria y la realización de cambios para poder
llegar a los musulmanes y a otras religiones del mundo esta más allá de todo
debate!
Los musulmanes son un factor importante en la cambiante demografía de los
Estados Unidos. Hay aproximadamente seis a ocho millones de musulmanes viviendo
en Estados Unidos -que vienen del medio oriente, Europa oriental, el continente
africano y el sureste de Asia, entre otros lugares. Aparte de los que vienen de
otros países, un segmento importante de la comunidad africano-americana es
musulmana. Aunque en años recientes ha llegado un vasto número de musulmanes,
muchos han estado aquí por generaciones y consideran a los Estados Unidos como
su patria. Los musulmanes llegaron a las costas de Estados Unidos en los
primeros años del siglo XIX. La primera mezquita fue construida en Cedar
Rapids, Iowa, en la década de 1860. Aunque es verdad que un buen número de
ellos está en el país ilegalmente, no es el caso de la vasta mayoría. Es más
que probable que los musulmanes con quienes trabaja o que viven en su
vecindario sean inmigrantes o descendientes de inmigrantes legales. Son
norteamericanos por nacimiento, ciudadanos naturalizados o residentes legales.
Son, en sentido muy real, reflejos de la promesa norteamericana.
Sin embargo, independientemente de cuándo hayan llegado a las costas del
país, debe ser un reto para ellos adherirse al islamismo, una religión que
espera una inflexible observancia de las prácticas y costumbres antiguas. La
mayoría de los partidarios del islamismo viven una doble vida al tener que ser
fieles a reglas y costumbres del siglo VII mientras viven y trabajan en el
mundo del siglo XXI. La vida en un lugar secularizado como Estados Unidos, que
garantiza libertad religiosa para todos, no puede ser fácil para un musulmán
devoto, que puede venir de un lugar donde hay supremacía islámica. Una
consecuencia de este diario desafío es que muchos musulmanes, incluyendo a los
moderados, luchan por saber donde dibujar la línea al asimilar las prácticas
occidentales. La presentación del evangelio en cualquier forma que los fuerce a
tomar inmediatamente ese tipo de decisiones sólo aumenta su resistencia. Tal
tipo de presión es una afrenta a su sensibilidad cultural y con frecuencia
cerrará completamente las puertas.
Sugerencias para un Evangelismo con Sentido
Con frecuencia se dice que los cristianos deben llegar a sus amigos y vecinos
musulmanes mediante el amor y la compasión. ¿Qué significa esto? ¿Significa
solamente estar dispuestos a compartir el evangelio con los musulmanes? Pablo
entendió que con el fin de llegar a otros, un creyente debe estar dispuesto a
ser todas las cosas para toda la gente (ver 1 Cor. 9:22). Este puede ser el
momento más favorable para presentar la vasta diferencia que existe entre
adherirse a una religión y aceptar una relación vital con Jesús como
Salvador.
-
Ore por la oportunidad de dar testimonio a gente de la religión musulmana.
Considere la posibilidad de hacer una caminata de oración en su vecindario para
detectar los hogares musulmanes y empiece a orar por una oportunidad de
conocerlos y hacerse su amigo. Comprométase a alimentar relaciones a largo
plazo con cualquier musulmán que conozca.
-
Piense profundamente en la naturaleza del evangelio y prepárese para
compartir el mensaje de una forma no relacionada innecesariamente con el bagaje
cultural norteamericano. Esté listo y dispuesto a criticar la cultura
occidental cuando ésta viole claramente una enseñanza bíblica.
-
Lea materiales que presenten una evaluación balanceada de los musulmanes
de todo el mundo, específicamente de Estados Unidos. Lea sobre los diferentes
subgrupos del islamismo. Entienda las diferencias entre ellos y muestre que no
ignora las diferencias.
-
Cuando trate de llegar a gente de cualquier otra religión del mundo,
aplique principios misioneros contextualizados. Los Estados Unidos son un vasto
campo misionero. Muchos enclaves existentes en las ciudades importantes son
reflejos microcósmicos de tierras extranjeras.
-
Documéntese acerca del islamismo y la forma en que sus doctrinas difieren
del cristianismo bíblico histórico. En algún punto, su amigo musulmán estará
listo para preguntar por qué los cristianos creen en la Trinidad, el nacimiento
virginal y Jesús como hijo de Dios, etc. Para poder llegar a los musulmanes es
necesario tomar nuestro entendimiento y defensa de la doctrina cristiana y
llevarlos a un nivel más elevado.
-
Al presentar el evangelio, no sea contencioso ni polémico. Sea claro
acerca de quién es Jesús y lo que ofrece mediante la fe exclusiva en él. Su
testimonio personal puede ser un poderoso elemento de la presentación. Permite
al oyente entender que el mayor campo de conquista de Dios es el corazón
humano.
-
Lo más importante es vivir la fe en formas prácticas. Muestre a su amigo
musulmán que su fe en Jesucristo es una faceta integral de su vida
diaria.
El Mensaje Liberador de Cristo
Sin duda, el islamismo es una religión de un rico legado cultural. Para la
mayoría de los musulmanes, dar la espalda al islamismo significa rechazar su
cultura -lo cual es inconcebible. Sin embargo, muchos musulmanes saben, aunque
no lo acepten abiertamente, que el islamismo ha sido sobrepasado por un
fundamentalismo islámico radical. Sean cuales sean las cosas bellas que el
islamismo ofrece al mundo, éstas han sido eclipsadas por apabullantes imágenes
negativas y una retórica de odio, opresión y violencia fanática.
Muchos musulmanes se sienten profundamente perturbados por estas tendencias
y cuestionan la validez de una religión así. Nonie Darwish, una ex musulmana
del oriente medio habla de su escape del islamismo: “El islamismo”, dice, “está
pudriéndose y saliéndose de su centro”. Hace notar que el islamismo de
hoy llama al devoto a someterse no a Alá, sino a las brutales y fanáticas
interpretaciones de los clérigos fundamentalistas. En la mente de Darwish, y
muchos otros como ella, el islamismo fundamentalista ha creado una separación
entre la fe y la práctica. Darwish señala:
“Tenía que ser consciente de cada movimiento que hacía y cada palabra que
decía. Mientras mantuviera la fachada, estaba a salvo. Detrás del telón, la
historia era diferente. En el islamismo lo que cuenta es el comportamiento en
público, pero está bien pecar en privado. No hay privacidad ni elección más que
aceptar las reglas y vivir en una camisa de fuerza, al menos públicamente. Me
rehúso a adherirme a un comportamiento sobrehumano en público y luego liberar
la tensión y la verdad en privado…. No puedo someterme a los ojos vigilantes
de otros musulmanes que se tratan unos a otros como policías de la ley
islámica2“.
Los musulmanes, acostumbrados a un sistema opresivo que tiene a innumerables
individuos en sus puños, deben poder ver como el cristianismo se integra a toda
la vida y el pensamiento. Cuando empiecen a ver como el cristianismo redime a
la gente y la libera para manifestar voluntariamente los frutos del Espíritu,
es posible que comiencen a notar los defectos inherentes a toda religión
humana.
Hoy Nonie es seguidora de Jesús. Al encontrar cristianos que le mostraran el
amor de Cristo, el Espíritu Santo la guió para que con el tiempo pudiera hacer
los ajustes culturales necesarios. La iglesia de Estados Unidos tiene la
responsabilidad de llegar a los musulmanes por quienes Jesús murió. Tratar de
llegar hasta ellos implica oportunidades emocionantes, pero no sin serios retos
a la forma de presentar el evangelio.
Conclusión
Gracias a Dios que los Estados Unidos no han emitido una orden general para
eliminar a toda la gente de la religión musulmana. Sin embargo, Dios ha emitido
una orden a su iglesia y ésta puede haber llegado en la forma más inusual. La
visión de Pablo del hombre de Macedonia es muy instructiva (ver Hch. 16:9-11).
Después de tener la visión, él y su equipo concluyeron: “Dios nos había llamado
a anunciar el evangelio a los macedonios” (Hch. 16:10, NVI). La orden de
evangelizar estaba implícita en la visión, y la visión era el hombre
macedonio.
Hoy hay innumerables personas de la religión islámica en prácticamente cada
sector de la sociedad estadounidense -en cada una de ellas tenemos una visión y
un llamado. ¿Tienen los creyentes el discernimiento necesario para entender el
llamado de Dios y llevar el mensaje del amor de Cristo? Dios nos ha llamado a
avanzar confiados de que muchos se acercarán a la fe salvadora en Jesús nuestro
Señor.
Published August 11, 2006