Todos en el público tienen la cabeza inclinada y los ojos cerrados; todos menos tú. Te gana la curiosidad. Tal vez es porque quieres ver si tu amigo no creyente va a responder, o porque quieres ver si el predicador es sincero cuando dice: “Veo esa mano. Y esa también”.
Y en tu mente dices: “Pero no es cierto. Nadie ha levantado la mano”.
En algún momento, todos hemos presenciado un “tiempo de respuesta”, una “invitación” o “un llamado al altar” (como prefieras llamarlo) mal hecho. De hecho, hasta hemos sospechado que a veces hay algo de manipulación en ese tiempo. Ya estamos cansados de oír ese tipo de historias. Ningún predicador, orador o evangelista fiel quiere darle a alguien una falsa certeza de la salvación. Es por ello que muchos líderes hemos confundido “la hierba con maleza” cuando se trata de las invitaciones al evangelio. Algunos incluso han dejado de hacerlas por completo, pero no es necesario.
Yo tengo el deseo de poder volver a hacer invitaciones al evangelio efectivas y tener la confianza para hacerlas con integridad. A continuación, encontrarás algunas prácticas importantes a tener en cuenta al momento de realizar una invitación eficaz con integridad.
Fortalece la invitación con la oración
Ora, ora y ora un poco más. Es muy importante que el Señor hable a través de ti de una manera penetrante en los corazones. En muchas iglesias o actividades, hay personas con corazones endurecidos a la espera del quebranto que produce el Espíritu. La oración es el combustible de todos los aspectos del ministerio de la predicación. Solo Dios puede quebrar esos corazones endurecidos.
Mantén un contexto bíblico
Toda la Escritura se debe predicar a la luz del evangelio. Todo orador bíblico debe compartir el evangelio a los que se reúnan cada semana. Es muy probable que cada vez que prediques haya personas espiritualmente perdidas. Diles cómo pueden ser encontradas. Recuerda que especialmente en estos tiempos de desesperanza, la gente busca esperanza. Y nosotros conocemos el nombre de la esperanza: Jesús. Si quieres que las personas tomen en serio la tarea de invitar a sus amigos y familiares que no tienen a Cristo a la iglesia, entonces tú también debes tomar en serio la tarea de compartir el evangelio. Billy Graham hizo que todo su sermón fuera una invitación al evangelio.
Sé breve
La invitación debe ser concisa. Sé directo con lo que les pides que hagan, y hazlo rápido. A veces podemos perder la confianza a la mitad de la invitación. Como comunicadores, tendemos a irnos por las ramas cuando no tenemos mucha confianza en nuestro mensaje. Y mientras más hablamos sobre responder, más confusas se vuelven nuestras palabras.
Por eso dedica la misma cantidad de tiempo para preparar la invitación como lo haces para el resto del sermón. La idea es que así como sabes cuál es el punto del sermón, debes saber cuál es el punto de la invitación. Dilo rápido. Hay demasiadas distracciones potenciales. Cada segundo es valioso. Así que úsalos sabiamente.
Asegúrate de que sea comprensible
Sé claro sobre lo que les pides que hagan. Si no te expresas con claridad, las personas no sabrán cómo responder. Si hablaras a niños de 12 años, ¿entenderían lo que les estás pidiendo? Nada impide la acción más que la confusión. Hace poco vi un cartel en un aeropuerto que decía: “Las hélices en movimiento arrancan cabezas”. El mensaje era claro. Me hizo reaccionar y tomar precauciones.
Sigue avanzando al siguiente paso
Toda proclamación del evangelio tiene tres respuestas: rendición, rechazo o petición de escuchar más. Puedes encontrarlas al final de Hechos 17. En el caso de la rendición o del deseo de obtener más información, necesitas tener una forma bíblica, breve y comprensible de continuar al siguiente paso. Número uno, debes decirles cómo rendirse a Jesús. Y número dos, debes responder a sus preguntas de forma clara y comprensible.
Recuerda que lo que importa no es el método, sino pedirles a las personas que respondan con fe al mensaje evangélico que acaban de escuchar. Sea cual sea tu preferencia, toma acción y sé claro sobre lo que les pides. Sin embargo, es imperativo que tengas un plan de seguimiento inmediato. Hay pocas cosas peores que alguien rendido a Jesús y nadie para darle seguimiento.
Hay una frase muy famosa de George Whitefield que dice: “Otros pueden predicar el evangelio mejor que yo, pero nadie puede predicar un mejor evangelio”. Y esto sigue siendo cierto hasta el día de hoy. Otros pueden ser mejores presentando el evangelio, pero nadie puede presentar un mejor evangelio.
Published October 5, 2023