POR CHRISTINE HOOVER
He escuchado esa frase mil veces pero, por alguna razón, esta vez en particular se me quedó grabada durante varios días.
La semana pasada, una amiga me envió un correo electrónico diciendo: “Gracias por mostrarme gracia”.
He escuchado esa frase mil veces pero, por alguna razón, esta vez en particular se me quedó grabada durante varios días. Mi amiga se refería a algo pequeñito, algo que no me había costado más que un pequeño favor.
¿Realmente le había mostrado gracia? Tal vez. Pero tal vez no.
Después de todo, ¿qué significa “mostrar gracia” a los demás?
Gracia es una palabra que usamos a menudo, aunque nos cuesta definirla. La celebramos y la exaltamos, pero también creo que la malinterpretamos, especialmente cuando se trata de mostrar gracia a los demás.
Esto es lo que creo que queremos decir cuando mencionamos que debemos mostrar gracia: dar pases gratuitos.
¡Y esos pases gratuitos suelen estar relacionados con cosas que ni siquiera son temas espirituales! Equiparamos el dejar que alguien vea nuestra casa desordenada con que nos “muestre gracia”. Pero cuando la demostración de gracia se aplica realmente a temas espirituales, tendemos a creer que nunca debemos presionar, decir la verdad o pedirle a alguien que se aleje de aquello que le hace daño.
Creo que es difícil conciliar la gracia y la verdad, incluso cuando esos son los adjetivos exactos que describen a Jesús en Juan 1:14.
La incapacidad de conciliar la gracia y la verdad es principalmente a causa de nuestra cultura. Nuestra cultura se burla de la idea de pedirle cuentas a alguien o de que el amor sea algo más que una aceptación sin límites. La cultura se está infiltrando en nuestra definición de gracia y, por tanto, está robando su profundo significado y su poder.
La gracia no es un pase gratis para deshacernos de toda restricción bajo la apariencia de Cristo. La gracia, el favor inmerecido de Dios derramado sobre nosotros por nuestra fe en Cristo, es un convincente agente de cambio que, cuando se recibe, nos enseña a vivir.
Tim Keller dice: “El evangelio devora la misma motivación que tienes para pecar. Te quita por completo la necesidad y la razón de vivir como tú quieres y te enseña a vivir como Cristo. Cualquiera que insista en que el evangelio le anima a pecar simplemente no lo ha entendido aún, ni ha empezado a sentir su poder”.
Hay una diferencia entre un pase gratis y la gracia. Un pase gratis dice: “Veo tu pecado, amigo, pero no lo llamaré por su nombre; lo ignoraré”. A menudo a esto le llamamos amor, pero ¿no es realmente amor por uno mismo? Cuando das un pase gratis, estás eligiendo hacer lo que es más fácil para ti en lugar de soportar el dolor temporal y la incomodidad de tocar un tema difícil con un amigo.
Debemos medir nuestras acciones de gracia con la forma en que Dios nos extiende su gracia.
En su gracia hacia nosotros, Dios dice: “Veo tu pecado. Nombro tu pecado específicamente a través de la convicción del Espíritu Santo. He hecho un camino para que tu pecado sea tratado en la cruz de Cristo. No tienes que esconderlo, ignorarlo, ni tratar de solucionarlo por tu cuenta. Gracias a Cristo, tienes una vía para ser libre de tu pecado… confiesalo y arrepiéntete, y serás perdonado. Yo te ayudaré a cambiar”.
La gracia mira directamente al pecado y lo señala específicamente, por amor.
Dios nos ama lo suficiente como para sacarnos del pozo del pecado, para disciplinarnos y podarnos, darnos alegría en lugar de esclavitud y desesperación. El amor que nos tiene es lo que hace que la gracia sea tan poderosa. El favor del Todopoderoso nos es dado tan ricamente que nos obliga a presentarnos ante Él como instrumentos de justicia.
La gracia nos cambia, no nos excusa.
Entonces, ¿qué significa “mostrarnos gracia unos a otros”? Significa, ante todo, vernos unos a otros como nuevas creaciones en Cristo, reconociendo que la gracia que recibimos en la salvación actúa como agente de cambio en nuestras vidas, para siempre (Fil. 1:6).
Todos estamos en proceso. Sin embargo, esa no es otra forma de decir “todo se permite que al final todo se perdona”.
El proceso es un llamado para que nosotros, como individuos y como iglesia, nos comprometamos constantemente con lo que Dios mismo nos ha dado: la capacidad de ver el pecado en lugar de ignorarlo, de llamar al pecado por su nombre con gentileza y verdad, de recordar a nuestros amigos el camino de la confesión y el arrepentimiento que tienen a su disposición, de animarles a que cambien y hacerlo desde una relación íntima, con un amor más profundo el uno al otro.
Gálatas 6:1-2 pinta un cuadro de un dador de gracia guiado por el Espíritu.
“Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado. Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo”.
Eso es lo que significa mostrar gracia a los demás.
Este tipo de demostración de gracia no se deleita en señalar el pecado y no se enorgullece de decir la verdad. La persona que practica Gálatas y la demostración de gracia inspirada por Dios es una persona profundamente comprometida con la vitalidad espiritual de los demás y profundamente atenta a su propia pobreza espiritual sin Cristo. Tiene una humildad y una voluntad de ir más allá por los demás como parte de una profunda devoción a la familia de Dios. Y quizás, lo más importante, alguien que muestra esta gracia se ha posicionado para recibir de sus amigos la misma verdad y gracia que se ha comprometido a demostrarles.
¿Cuántas veces hemos engañado a nuestros amigos evitando que crezcan espiritualmente debido a que les damos un pase gratis en lugar de mostrarles gracia?
¿Cuántas veces, me atrevo a preguntar, nos hemos engañado a nosotras mismas cuando queremos el pase gratis de amigos en lugar de la verdad y la gracia que nos pide cambiar?
Queridas amigas, mostremos (y recibamos) verdaderamente la gracia.
PUBLICADO EL 19 DE OCTUBRE DE 2021
Christine Hoover
Christine Hoover es la esposa de un pastor, mamá de tres enérgicos niños y autora del libro: “The Church Planting Wife: Help and Hope for Her Heart” (La esposa plantadora de iglesias: ayuda y esperanza para su corazón). Le gusta animar a las esposas de los ministros y ayudar a las mujeres a aplicar el don de la gracia de Dios en su vida diaria. El trabajo de Christine ha aparecido en Desiring God (Deseando a Dios), The Gospel Coalition (La coalición por el evangelio), Christianity Today (El cristianismo hoy), Pastors.com (Pastores.com), Flourish (Florece) e In(courage). Ofrece nuevas dosis de verdad bíblica y gracia en su blog, www.GraceCoversMe.com.